que con nadie lo discuto ni me enojo,
le arranco mi parte a la tierra de lo profundo;
al océano pacífico la cuña verde le hundo
en medio del corazón, y a mi playa me arrojo.
¡Pájaros de estaño se levantan y olor a canela!
Estoy solo con el tiempo, mi asesino.
Nos encerramos en crisálidas de delirio y azul marino.
Corriente, Ingeborg Bachmann