martes, 4 de septiembre de 2012

Puede morir el sol y renacer,
mas, una vez que muere nuestra breve luz, 
una y eterna noche para dormir nos queda.
Mil besos dame, después ciento,
luego otros mil y otra vez ciento
hasta otros mil y luego ciento.
Y, cuando ya sumemos muchos miles,
borrón y cuenta nueva para que no sepamos
cuántos besos llevamos ni lo sepa
ningún gafe envidioso.

Catulo (trad. Aníbal Núñez)